Todo emprendimiento está plagado de obstáculos y contingencias que muchas veces impiden que los planes puedan cumplirse como fueron programados.
Las mujeres y hombres que optan por emprender lo hacen por diversas razones, aunque la mayoría lo hace con el propósito de concretar una idea creativa, generar un mayor ingreso, buscar independencia laboral o lograr fama. Detrás de esos objetivos sueñan y proyectan planes con la expectativa de alcanzar metas exitosas de manera rápida y sin escalas. Sin embargo, no siempre ese objetivo se logra como se tenía pensado. Llegar a una meta muchas veces implica transitar un camino poco apacible y repleto de obstáculos que exigen tomar atajos, diagonales o zigzaguear para llegar a destino. La compleja realidad económica, los errores de cálculo o los imprevistos determinan que la mayoría de las veces no se pueda llegar al objetivo de manera directa sino que es necesario cambiar de planes y tomar otros caminos para soslayar las turbulencias que se presentan.
Los cambios permanentes de la realidad y los errores cometidos en la gestión suelen impedir llegar al destino planificado de manera lineal. Los obstáculos que se encuentran en todo escenario económico condicionan al emprendedor y lo obligan a buscar caminos alternativos o indirectos si quiere llegar a un destino exitoso. Le exigen tener una gran flexibilidad operativa y plasticidad mental para para reformular sus ideas, cambiar los planes y re direccionar su gestión para no fracasar en su intento de llegar a un objetivo.
El dogmatismo, el capricho o la tozudez de aferrarse a un plan no es apropiado para alcanzar el éxito.
Esta corroborado que sin un plan es imposible alcanzar un objetivo de manera eficiente, organizar las actividades de producción y supervisar el funcionamiento de una empresa. Todo emprendimiento –grande o pequeño– requiere de una planificación que permita implementar operativamente una idea creativa. La mala noticia es que la existencia de un plan no garantiza la obtención de un resultado positivo. Durante la gestión suelen surgir problemas, errores de cálculo e imprevistos que hacen que los planes no se cumplan como fueron diseñados. Esto determina que muchas veces es necesario modificar el proyecto original, recalcular los datos, establecer nuevas prioridades, corregir errores y tomar un camino diferente al que se tenía proyectado transitar.
Todo emprendedor debe ser consciente que toda realidad fluye y cambia constantemente con lo cual los planes que se trazaron pueden ser inconducentes para lograr el objetivo deseado. Por lo tanto, es fundamental que el gestor de un emprendimiento sea flexible y este predispuesto a cambiar su plan original ante la aparición de problemas que bloquean su camino o lo pueden llevar al fracaso.
La necesidad de adaptarse a la cambiante realidad y superar los inconvenientes que se presentan durante un emprendimiento exige tener una elevada flexibilidad para atreverse a modificar los planes originales en medio de la trayectoria hacia un objetivo. Solo los emprendedores que tienen la capacidad de abandonar las ideas inviables o cambiar un proyecto que no genera los resultados positivos pueden alcanzar el éxito. Los que se encaprichan con planes inconducentes o no se arriesgan a tomar diagonales o atajos para sortear problemas suelen fracasar o pagar muy caro su tozudez.
Un emprendedor no puede aferrarse al plan que trazo en su imaginación si al llevarlo a la práctica no le genera resultados positivos o es imposible de materializar por errores de cálculo o falsas proyecciones. Persistir en el error y negarse a cambiar lo convierte en un necio que terminará lamiéndose sus heridas por no haber reformulado a tiempo su hoja de ruta ante problemas irresolubles. Un emprendedor debe ser flexible, no dogmático, abierto a los cambios y perspicaz para recalcular su gestión cuando el mercado y la realidad le dan señales de alerta sobre la inviabilidad de su proyecto. Debe estar preparado para superar contingencias y equivocaciones porque tiene que saber que los únicos empresarios que no yerran ni fracasan son los que no hacen nada. Los que gestionan y llevan adelante un proyecto inician un camino de riesgos que lo obligan a ser flexible y práctico para superar los problemas que se le presentan.
Un emprendedor debe ser flexible y dúctil para modificar sus planes cuando son erróneos. Creer que el camino hacia un objetivo es directo y que todos los planes logran los resultados proyectados es un grave error. Si bien toda actividad económica requiere de una planificación previa no siempre los objetivos proyectados se logran por múltiples razones. Por esa razón es fundamental tener plasticidad mental y desarrollar herramientas que permitan corregir un plan erróneo. Ser inflexible, ansioso y testarudo no debe formar parte de la personalidad de un emprendedor. Ante un problema o adversidad hay que aprender a frenar, hacer una pausa, pensar y rectificar el camino si no se quiere fracasar.
Los empresarios que quieren llegar a un destino de manera directa y sin tropiezos suelen abandonar los proyecto ante la primera adversidad. Son emprendedores canguro. Al no lograr todo lo deseado de manera rápida y directa saltan de proyecto en proyecto buscando el éxito inmediato. No perciben que la paciencia y perseverancia son fundamentales para llegar a un objetivo por lo que la ansiedad de querer resultado inmediatos suele ser una mala consejera.
La flexibilidad y plasticidad mental que requiere un emprendedor debe ir acompañada de la paciencia ya que concretar un objetivo suele demandar un tiempo superior al esperado justamente porque el camino al éxito no es directo.
Los emprendedores que son flexibles y están dispuestos a cambiar sus planes se adaptan mejor a la cambiante realidad y suelen lograr los objetivos que se proponen. Han aprendido que el camino hacia un objetivo no suele ser directo y certero por lo que tendrán que enfrentar fracasos o malos resultados. Tener conciencia de esa realidad les permite levantarse ante una caída y retomar su impulso emprendedor. Saben que aunque los fracasos son frustrantes y dañinos también tienen un cara positiva: aumentan el conocimiento. Los errores dejan enseñanzas muy útiles a un emprendedor.
Aprender de los errores permite ahorrar tiempo y cometer menos equivocaciones en el futuro. Ese conocimiento aprendido a golpes suele ser la llave que muchas veces permite descubrir el verdadero camino hacia el éxito. Al respecto Winston Churchill expresó que “el éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Esto implica que un emprendedor debe ser flexible para cambiar sus planes originales, inteligente para aprender de los errores, paciente para saber esperar las oportunidades de negocio, voluntarioso para superar las adversidades y asumir que el camino al éxito no es directo ni lineal.
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